Lo siento, lo siento
porque tu eres la luz de mi vida
y el fuego de mi corazón.
Pero a veces
se me cuela en el pecho
el viento y la sal,
los gritos de las aves
después de la tormenta
y el rugido del mar
estrellándose contra las rocas.
Y sé que de pronto
me vuelvo inaccesible,
me vuelvo silencio
y me voy alejando de tu orilla
como un barco fantasma a la deriva
que se pierde entre la espesa niebla
de un mar vacilante
que esconde un horizonte incierto
de sueños y naufragios.
porque tu eres la luz de mi vida
y el fuego de mi corazón.
Pero a veces
se me cuela en el pecho
el viento y la sal,
los gritos de las aves
después de la tormenta
y el rugido del mar
estrellándose contra las rocas.
Y sé que de pronto
me vuelvo inaccesible,
me vuelvo silencio
y me voy alejando de tu orilla
como un barco fantasma a la deriva
que se pierde entre la espesa niebla
de un mar vacilante
que esconde un horizonte incierto
de sueños y naufragios.
Hermosos versos. Preciosa foto!!
ResponderEliminarComo dijo Benedetti en uno de sus poemas: Esos días no me tengas en cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Cuando se naufraga existe el exilio, el silencio, el vacío.
ResponderEliminarExacta forma de definir un naufragio.
Saludos cordiales. La imagen preciosa.
Hasta pronto.
Bueno, a veces la tormenta interior nos exige alejarnos de la orilla para no hacer daño. Luego llega la calma y cuando volvemos a la orilla vemos unos ojos que nos esperan pacientes y enamorados.
ResponderEliminarUn beso, chico equilibrista.
Nadie ha dicho que sea fácil compartir con otro el timón y los mapas. No obstante hay que esforzarse por alimentar la confianza. También por aprender a demostrar que ésta existe con las señales que el otro espera. Besos.
ResponderEliminar