Qué gloria, qué gozo!
Las hojas verdes, las hojas jóvenes,
resplandecientes bajo la luz del sol.
Matsuo Bashô
Son susurros indelebles.
Incontenibles.
Hablan de dejarse llevar por los sentimientos.
Alejarse de todo.
Olvidar el camino de regreso.
Traspasar el límite que separa el sueño de la vida.
Escuchar las olas del mar en una caracola.
Volver a la inocencia.
Abandonar la palabra.
Escribir sobre el silencio.
Buscar la soledad de una isla.
Encontrar un paisaje limpio.
Una casa pequeña con techo de paja.
Un huerto.
Una vida sencilla.
Una ventana abierta para que entre la Luna.
El canto de los pájaros.
El aroma de los campos.
La brisa del mar.
Un porche donde sentarse al atardecer.
Contemplar como el cielo se desangra en silencio.
Sentir los vientos cálidos y suaves en nuestras almas indefensas.
Y tú,
a mi lado,
estremeciéndote como una flor
mientras te leo versos de amor.
Jo, qué tierno, Funámbulus. Suena a un exilio, una jubilación, una huída a un lugar perfecto...
ResponderEliminarUn abrazo.
Susurros de primavera, de salir de la oscuridad, de volar..
ResponderEliminarY esa frase final: mientras te leo
versos de amor. Lo dicen todo. Muy bella entrada.
Un abrazo, Funámbulus.
Suspiro muy dentro, amo los porches frente a la puesta de sol.
ResponderEliminarMaravilloso
Salud y amor!
Llegando a utopía.
ResponderEliminarbello poema
Un beso
Alejarse de todo menos de la caricia que habita en la flor y susurra tus versos estremecida.
ResponderEliminarUn beso.
Precioso todo lo que propones,amigo, pero como dices en el quinto verso, habría que olvidar el camino de regreso...y debe ser dificil, por desgracia (...mas no imposible :)) Salud, Joan.
ResponderEliminarMaravilloso.
ResponderEliminarQué bello. La felicidad total de las cosas sencillas.
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