No quiso oír aquellos ladridos hambrientos.
Era una mañana radiante de primavera
y a ella le dió un arrebato de esperanza.
Se pintó los labios de un rojo intenso.
Se puso su vestido de flores.
Y como una mariposa salió volando
a este mundo de perros
que se cruzan sin mirarse para no matarse.
La cazaron pronto, le arrancaron las alas
y la violaron.
Menuda preciosidad de poema. Una exquisitez. Bravo, bravo, bravo, me ha encantado amigo. Un abrazo.
ResponderEliminar